Castilla la Vieja dio cuna al soldado que, por sus hazañas, lo llamaron en
la Colonia: “el Demonio de los Andes”. Francisco de Carbajal vino al Perú a
apoyar a Francisco Pizarro.
Y a la muerte de este, enfrentó a Almagro. En Chupas, con sólo un tercio de
realistas, venció al enemigo.
Volvía a España, pero lo nombran maestre de campo. Tras la victoria de
lñaquito,
Gonzalo Pizarro pudo liberamos, pero fracasó. Y al arribo de Gasca, con
poderes de Felipe II, Carbajal impidió una traición masiva.
Acosado en el Sur, - en Huarina - y gracias al valor de Carbajal, Pizarro
logró su última victoria. El 9 de abril de 1548, en la batalla de Saxsahuamán
(sic), ascendió a Cépeda; resignándose Carbajal a pelear como simple soldado.
Roto el fuego, se pasaron al campo rival el segundo de Cépeda y el Capitán de
la Vega, padre del cronista. Gasca triunfó con laureles baratos y sin
derramamiento de sangre.
Vencido, rodearon a Carbajal sus enemigos con afán de matarlo: mas lo salvó
la intervención de un tal Centeno.
- ¿No me conoce? - le dijo -. Soy Diego Centeno.
- ¡Dios! -dijo Carbajal, evocando la traición de Charcas y Huarina-. Como
lo vi siempre de espaldas, no lo reconocí.
A Pizarro, como caballero, lo decapitarían. Y Carbajal, como plebeyo, sería
arrastrado y descuartizado.
Un mercader llegó a cobrarle veinte mil ducados. Carbajal se des ciñó la
vaina de la espada, y le dijo:
- Pues, tome a cuenta esta vaina...
Al ser arrastrado, soltó una carcajada y cantó: “¡Qué fortuna! Niño en
cuna, viejo en cuna. ¡Qué fortuna!”.
Querían despedazarlo. Al verdugo, Juan Enríquez, le dijo feliz: “Hermano,
trátame como de sastre a sastre”.
Fue ajusticiado en el mismo campo de batalla el 10 de abril, a los 84 años.
Luego, Gasca ingresaría al Cuzco.
Su ferocidad era proverbial; pero le reconocían una gran virtud: la
fidelidad... Jamás toleró la perfidia.
Fuente: Tradiciones De Ricardo Palma.
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